Todos tenemos secretos escondidos en algún lugar y nos sentimos frágiles cuando alguien los descubre.

Pero llega un momento en la vida en el que descubres que no es necesario seguir ocultando lo que hemos sentido, llorado, reído, amado... No es necesario esconder en lo más recóndito del alma todo aquello que nos hizo sentir intensamente vivos.

Ya perdí el miedo de abrir las puertas del alma, porque no soy vulnerable ante nadie, salvo ante el miedo de sentirme vulnerable.

Tan solo soy alguien como tú, a quien el universo no ha cesado se regalarle momentos para sentirse viva.

He venido hasta aquí para inventarte

He venido hasta aquí para inventarte,
porque solo este mar y esta luz
abren horizontes sin límites  a mi pensamiento.

Y te invento, así, entre las aguas.
Y te construyo entre sus olas que estallan contra las rocas,
para que deshecho en espumas de nácar y libertad
salpiques mis mejillas, y mis ojos, y los labios que te nombran.

Y te construyo con la brisa,
para que puedas perderte entre mi pelo,
                          alborotado de vientos y de sol atardecido.
Y entre la calma y la quietud azul del horizonte,
donde, en abrazo de amor sosegado, se funden la mar y el cielo;
donde, profundo o elevado, nadie pueda alcanzarte jamás
y destruir la línea recta e infinita de la palabra
                                               con que das forma a mis sueños.

He venido hasta aquí para inventarte.

Y te invento entre algas y estrellas de mar,
compañeras de mi soledad y cómplices de la sonrisa
que,  ayer, dibujaste en mis labios
y hoy libero, para siempre,
                                  sobre las olas.

Transparencia


Todo era transparente aquella noche.
Recorríamos las calles de una ciudad solitaria
y distante.

Transparencia de baldosas desgastadas,
de torres altivas,
de palomas dormidas,
de campanarios y de catedrales.

Transparencia de aquella brisa de mar amado
y del frío que hería  nuestros rostros.

Transparencia de universo infinito,
de estrellas desplegadas,
y del nenúfar.

Transparencia de manos y miradas.
De versos en los labios, y latidos.

Transparencia de aquella libertad que inundaba
                                                                          nuestras manos transparentes.


Quise ser pluma


La libertad surgía en blanca forma de pluma de gaviota
desde la playa adormecida y tibia
donde, tristemente, te pensé.

La sal de mis lágrimas, seca de brisa, triste de mediocridad,
surcaba mi piel y las arenas.

En el aire adormecido latía la presencia de una luna creciente
que emergía de las aguas.

Y alcé mis manos.

Aquella blancura de espumas, luna y gaviota
se perdía detrás de un horizonte
cada vez más lejano e insondable.

Entre aromas de algas y de caracolas se cerraron mis ojos,
vencidos en aquel afán de huir de mi prisión.

Quise ser pluma.

Y en medio de aquella oscuridad, sentí en mis entrañas
las entrañas del mar;
Sus destellos de libertad aleteaban entre espumas y luna
en aquel laberinto de caminos definido por mis venas.

Y nuevamente te pensé.

Las olas arrastraron a mis pies una pluma de gaviota...

Con ella, sobre la arena, entre luna y espuma
escribí una sola palabra: libertad.
Escribir adiós carecía de sentido.

Le arrebaté a la mar un sorbo de agua y me marché.

Todo lo que yo hablo, tú lo callas


Todo lo que yo hablo, tú lo callas.
Y cubro con mi palabra tus silencios.

Eres como la mar, callada.
Como la mar, profunda, 
silente y oscura.

Pero, como las olas, vienes.
Como la espuma, clara.
Y tu mirada, limpia.

Eres como la mar: inabarcable.
No te conozco, como a la mar.
Todo lo guardas.

Insondable y desconocido,
como a la mar, te busco,
como a la mar, te siento
y como al mar, te quiero.

Entrega de amor al Mediterráneo.

Sé que vienes a buscarme.

Te arrastras, perezoso, hasta mi  cuerpo
tendido en la arena de la playa
y acaricias mis pies.

Como por descuido, trepas hasta mi vientre
y lo cubres con la sal de tu lujuria.

Y tu semen de vida, blancura perfecta de espumas,
lucha por abrirse paso desesperadamente, a través de mi cuerpo claudicado,
hasta el centro exacto de mi alma,
fértil de soledad gozosa,
                              de libertad sin límites.

Y yo,  me dejo llevar por el suave vaivén de espumas y algas,
con los ojos cerrados, bajo el azul del cielo.

Mientras, el rumor de la ola traiciona tu profundo silencio
y me cuenta al oído tu secreto.

Y así, entro a formar parte de tu juego...

.... como quien no quisiera,  me dejo convencer con dejadez
y me abandono a tus deseos,
                            entre la arena y las caracolas.

Hoy te he visto de lejos


Hoy te he visto de lejos,
como una brizna de hierba
en la distancia.

No veías mis labios ni sentías mi mirada,
y entre las hojas secas de la alameda
todo el azul del cielo se derramaba,
como lluvia de abril, sobre tu espalda.

Un pie tras otro –tal vez leyendo-
andabas despacito, como si nada;
como si no supieras
que, en la distancia,
cada soplo de vida
-como una sombra cosido a tu camisa-
se me alejaba

La llamada

Anoche escuché,  de nuevo,
la llamada del mar infinito
                        que siempre me reclama.

Descalcé mis pies y arranqué la cinta
que trenzaba mis cabellos en la nuca,
y acudí decidida a su llamada,
henchido mi corazón de libertad.

Me fundí con la espuma de sus olas
y estreché serenamente y entre mis brazos,
la luz de la Verdad.

Déjame marchar

Quisiste levantarme del lecho de espigas y amapolas
donde construía mis sueños inalcanzables.

Cubriste mis ojos de besos, límpidas auroras
y atardeceres de infinita belleza;
y tomaste mi mano entre las tuyas
para llenarla con el fruto de tus propios anhelos.

 Y, así, desperté de mis sueños
para adentrarme en los tuyos.

Abandoné los remos de mi barca y la dejé a la deriva
por esos mares de inabarcable libertad que yo surcaba,
hasta perderme entre las aguas y la brisa
de tus propias playas, de blancas arenas
                                             y suaves caricias de olas.

Y sé que fui feliz,
extrañamente feliz, entre tus brazos.

Y sé que, por un tiempo,
olvidé mis campos de amapolas
y el oleaje que el viento dibujaba en las espigas.

Pero, hoy, con el alba,
me reclama de nuevo la esencia de mi alma
abandonada un tiempo al libre albedrío de las hadas
                                                 que habitan en los valles.
Y quiero marchar.
Que no importa que las lágrimas empañen mis ojos.

A caballo del viento,
surcaré confiada los espacios que me separan de mis sueños
                                                        y sus senderos de selene.