Descalcé mis pies y arranqué la cinta
que trenzaba mis cabellos en la nuca,
que trenzaba mis cabellos en la nuca,
y acudí decidida a su llamada,
henchido mi corazón de libertad.
Me fundí con la espuma de sus olas
y estreché serenamente y entre mis brazos,
la luz de la Verdad.