Todos tenemos secretos escondidos en algún lugar y nos sentimos frágiles cuando alguien los descubre.

Pero llega un momento en la vida en el que descubres que no es necesario seguir ocultando lo que hemos sentido, llorado, reído, amado... No es necesario esconder en lo más recóndito del alma todo aquello que nos hizo sentir intensamente vivos.

Ya perdí el miedo de abrir las puertas del alma, porque no soy vulnerable ante nadie, salvo ante el miedo de sentirme vulnerable.

Tan solo soy alguien como tú, a quien el universo no ha cesado se regalarle momentos para sentirse viva.

La llamada

Anoche escuché,  de nuevo,
la llamada del mar infinito
                        que siempre me reclama.

Descalcé mis pies y arranqué la cinta
que trenzaba mis cabellos en la nuca,
y acudí decidida a su llamada,
henchido mi corazón de libertad.

Me fundí con la espuma de sus olas
y estreché serenamente y entre mis brazos,
la luz de la Verdad.