desde la playa adormecida y tibia
donde, tristemente, te pensé.
La sal de mis lágrimas, seca de brisa, triste de mediocridad,
surcaba mi piel y las arenas.
En el aire adormecido latía la presencia de una luna creciente
que emergía de las aguas.
Y alcé mis manos.
Aquella blancura de espumas, luna y gaviota
se perdía detrás de un horizonte
cada vez más lejano e insondable.
Entre aromas de algas y de caracolas se cerraron mis ojos,
vencidos en aquel afán de huir de mi prisión.
Quise ser pluma.
Y en medio de aquella oscuridad, sentí en mis entrañas
las entrañas del mar;
Sus destellos de libertad aleteaban entre espumas y luna
en aquel laberinto de caminos definido por mis venas.
Y nuevamente te pensé.
Las olas arrastraron a mis pies una pluma de gaviota...
Con ella, sobre la arena, entre luna y espuma
escribí una sola palabra: libertad.
Escribir adiós carecía de sentido.
Le arrebaté a la mar un sorbo de agua y me marché.