Todos tenemos secretos escondidos en algún lugar y nos sentimos frágiles cuando alguien los descubre.

Pero llega un momento en la vida en el que descubres que no es necesario seguir ocultando lo que hemos sentido, llorado, reído, amado... No es necesario esconder en lo más recóndito del alma todo aquello que nos hizo sentir intensamente vivos.

Ya perdí el miedo de abrir las puertas del alma, porque no soy vulnerable ante nadie, salvo ante el miedo de sentirme vulnerable.

Tan solo soy alguien como tú, a quien el universo no ha cesado se regalarle momentos para sentirse viva.

He venido hasta aquí para inventarte

He venido hasta aquí para inventarte,
porque solo este mar y esta luz
abren horizontes sin límites  a mi pensamiento.

Y te invento, así, entre las aguas.
Y te construyo entre sus olas que estallan contra las rocas,
para que deshecho en espumas de nácar y libertad
salpiques mis mejillas, y mis ojos, y los labios que te nombran.

Y te construyo con la brisa,
para que puedas perderte entre mi pelo,
                          alborotado de vientos y de sol atardecido.
Y entre la calma y la quietud azul del horizonte,
donde, en abrazo de amor sosegado, se funden la mar y el cielo;
donde, profundo o elevado, nadie pueda alcanzarte jamás
y destruir la línea recta e infinita de la palabra
                                               con que das forma a mis sueños.

He venido hasta aquí para inventarte.

Y te invento entre algas y estrellas de mar,
compañeras de mi soledad y cómplices de la sonrisa
que,  ayer, dibujaste en mis labios
y hoy libero, para siempre,
                                  sobre las olas.